Las clásicas rabietas a las que se enfrentan los niños alrededor de los dos años es consecuencia de la propia incapacidad para aceptar sus frustraciones. Son aún pequeños para entender lo que les está ocurriendo y por qué. La infancia es una etapa repleta de emociones, tanto positivas como negativas que, por la corta edad del niño, no sabe gestionarlas. Por eso es tan importante el papel que desempeñamos los padres y es cómo enseñar a los pequeños a canalizar esas emociones a través de lo que se conoce como inteligencia emocional. Durante esta etapa es fundamental el acompañamiento a tu hijo, pero ¿cómo hacerlo? Y sobre todo ¿cómo hacerlo bien? Os dejamos algunas pistas que podrán ayudaros en esta tarea. ¡Bienvenidos al apasionante mundo de la inteligencia emocional!
Cómo enseñar la inteligencia emocional
La inteligencia emocional es una herramienta que ayuda a los niños a desarrollar mayor seguridad en sí mismos y a poder enfrentarse a sus sentimientos. La escuela y dentro de la propia familia son los dos ambientes más propicios para empezar a enseñarles a que tengan confianza en si mismos y, sobre todo a ser felices. Estas son algunas de las herramientas que se deben utilizar con los niños en su proceso de aprendizaje de la inteligencia emocional.
Autoconciencia
Se puede empezar a trabajar las emociones básicas a partir de los dos años de edad, que es cuando el pequeño comienza a interactuar con otros niños o con los adultos. Es importante que le ayudemos a identificar cuando estén tristes, alegres, si sienten miedo o rabia. Un ejercicio muy útil es hacerlo a través de dibujos o imágenes en los que aparezcan rostros mostrando esas emociones. Después les preguntaremos qué ven y por qué creen que están así.
Crear mayor serenidad
Es difícil y muchas veces imposible poder controlar la ira o frustración de nuestros hijos pequeños. Para ello, los padres, además de una buena dosis de paciencia, les podemos ayudar creando un ambiente sereno, dejando a un lado el nerviosismo o la tensión que pueda darse en determinadas situaciones.
Motivación
Los pequeños necesitan una estimulación para lograr sus objetivos. De esta forma, hay que trabajar con ellos la motivación para que puedan adquirir ilusión, constancia y tolerancia a las frustraciones.
Empatía
Es importante que los niños sepan comprender cómo se sienten las personas que les rodean. Para ello podemos enseñarles a reconocer cuando alguien está triste, contento o enfadado y saber ponerse en su lugar. Esta es una de las partes de la inteligencia emocional imprescindible para trabajos con los niños porque la empatía es la base de las relaciones sociales.
Enseña la escucha activa
Además de saber cuando hay que guardar silencio para escuchar mientras los demás hablan, es importante que esa escucha sea activa. Para ello nos aseguraremos los adultos preguntándoles si lo han entendido o si están de acuerdo con lo que han escuchado.
Inteligencia emocional basada en la comunicación
Para educar a los niños es imprescindible una buena comunicación con ellos. Hay que ayudarles para que puedan expresar sus sentimientos y aprendan a dialogar. Darles a entender que nos interesan y preocupan sus opiniones. En este punto podemos hacerles preguntas, poner ejemplos y, sobre todo, jugar con ellos. El aprendizaje es más fácil a través del juego.
A través de la inteligencia emocional podemos dar a los niños las armas suficientes para que puedan ir madurando poco a poco y sean unos niños felices.